Reglas, normas, leyes y más leyes penales, civiles, de tráfico, ortográficas...! Sometidos !
- Platero, el vurro
Y
! Ha puesto una falta ! ! No sabe escribir ! ! Ha puesto una falta !
¿ Desde cuándo el juicio no es estrictamente sobre la adiscerniente amoralidad irracional, primaria o la discerniente moralidad racional ? ¿ Y desde cuándo por el contexto no se entiende vurro cuando no se es cortito ?
Y no hablemos de si se utiliza el sujeto elíptico o por las prisas o malos hábitos o por amig@s de la libertad* y no del sometimiento - de este enemiga declarada - un@ se salta la sintaxis o...
Pero a lo que voy, lengua.
Que un partido, en este caso un VOX se autoproclame acusación Popular cuando de 47 Millones de españoles, as representa a 4 no es lingüisticamente un contrasentido, no es ilógico ?
Yo más bien diría Impopular, es lo correcto y no la admitiría ni a trámite. En uno u otro idioma pensamos con lengua y la utilización indebida, incorrecta del término " Popular " puede conllevar una confusión de criterio, de juicio, por lo que es un punto de vista a considerar.
Gabriel Garcia Marquez *
«Dije
que la gramática debería simplificarse, y este verbo, según
el Diccionario de la Academia, significa 'hacer más sencilla, más
fácil o menos complicada una cosa'. Pasando por alto el hecho de
que esa definición dice tres veces lo mismo, es muy distinto lo
que dije que lo que dicen que dije. También dije que humanicemos
las leyes de la gramática. Y humanizar, según el mismo diccionario,
tiene dos acepciones. La primera: 'hacer a alguien o algo humano, familiar
o afable'. La segunda, en pronominal: 'Ablandarse, desenojarse, hacerse
benigno'. «¿Dónde está el pecado?», se
pregunta.
El siguiente
punto de contestación a las palabras de García Márquez
es el ortográfico. Parte del supuesto de que si a él le hiciesen
un examen de gramática, le reprobarían «en toda línea».
«Además,
mi ortografía me la corrigen los correctores de pruebas. Si fuera
un hombre de mala fe diría que ésta es una demostración
más de que la gramática no sirve para nada. Sin embargo la
justicia es otra: si cometo pocos errores gramaticales es porque he aprendido
a escribir leyendo al derecho y al revés a los autores que inventaron
la literatura española y a los que siguen inventándola porque
aprendieron con aquellos. No hay otra manera de aprender a escribir».
En toda la conversación,
el Nobel de Literatura reivindica su papel de escritor y como tal, piensa
«más en el sufrimiento de la gente que en la pureza del lenguaje».
«Por eso
dije y repito que debería jubilarse la ortografía. Me refiero,
por supuesto, a la ortografía vigente, como una consecuencia inmediata
de la humanización general de la gramática. No dije que se
elimine la letra hache, sino las haches rupestres. Es decir, las que nos
vienen de la edad de piedra. No muchas otras, que todavía tienen
algún sentido, o alguna función importante, como en la conformación
del sonido che, que por fortuna desapareció como letra independiente».
Quizá
el mayor escándalo se ha formado con sus propuestas respecto a las
bes y las uves, y con los acentos.
Sobre las primeras,
dice: «No faltan los cursis de salón o de radio y televisión
que pronuncian la be y la ve como labiales o labidentales, al igual que
en las otras letras romances. Pero nunca dije que se eliminara una de las
dos, sino que señalé el caso con la esperanza de que se busque
algún remedio para otro de los más grandes tormentos de la
escuela. Tampoco dije que se eliminara la ge o la jota. Juan Ramón
Jiménez reemplazó la ge por la jota, cuando sonaba como tal,
y no sirvió de nada. Lo que sugerí es más difícil
de hacer pero más necesario: que se firme un tratado de límites
entre las dos para que se sepa dónde va cada una».
En cuanto los acentos,
irónico, explica.
«Creo que lo más conservador que
he dicho en mi vida fue lo que dije sobre ellos: pongamos más uso
de razón en los acentos escritos . Como están hoy, con perdón
de los señores puristas, no tienen ninguna lógica. Y lo único
que se está logrando con estas leyes marciales es que los estudiantes
odien el idioma».
García
Márquez opina que los gramáticos y los escritores son oficios
distintos. Su diferente dialéctica es la que ha generado el debate.
«La raíz
de esta falsa polémica es que somos los escritores, y no los gramáticos
y lingüistas, quienes tenemos el oficio feliz de enfrentarnos y embarrarnos
con el lenguaje todos los días de nuestras vidas. Somos los que
sufrimos con sus camisas de fuerza y cinturones de castidad. A veces nos
asfixiamos, y nos salimos por la tangente con algo que parece arbitrario,
o apelamos a la sabiduría callejera».
«Por ejemplo:
he dicho en mi discurso que la palabra condoliente no existe. Existen el
verbo condoler y el sustantivo doliente , que es el que recibe las condolencias
. Pero los que las dan no tienen nombre. Yo lo resolví para mí
en El General en su laberinto con una palabra sin inventar: condolientes
. Se me ha reprochado también que en tres libros he usado la palabra
átimo, que es italiana derivada del latín, pero que no pasó
al castellano. Además, en mis últimos seis libros no he usado
un sólo adverbio de modo terminado en mente, porque me parecen feos,
largos y fáciles, y casi siempre que se eluden se encuentran formas
bellas y originales».
El escritor,
que está de excelente humor, concluye la conversación de
un modo muy expresivo.
«El deber
de los escritores no es conservar el lenguaje sino abrirle camino en la
historia. Los gramáticos revientan de ira con nuestros desatinos
pero los del siglo siguiente los recogen como genialidades de la lengua.
De modo que tranquilos todos: no hay pleito. Nos vemos en el tercer milenio».
Y reitera sus
palabras de Zacatecas: «Simplifiquemos la gramática antes
de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros».
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