En sus piscinas o mar son como un harén de vestales cuando se van a bañar. Recuerdan a virgencitas por su piel tan pura, cuidada, limpia y de sudor rociada como yerba en primavera al llegar el día, la aurora, el alba.
Palpitan sus corazones, esos sus tiernos fresones debajo de sus redondas montañas, los oteros que insinuan rezuma la fresa lava, sangre dulce y vigorosa, jalea real de abeja; jalea que se entremezcla con la sal, huelen a mar.
Son como Venus nacientes, como diosas que despiertan ! Qué tiernas !
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