Erase que en mi casa había reglas, leyes, normas
y una era no robar, era delito
Era que uno se le fue la mano con mi hucha
y botones me puso donde mis ahorritos
Decubriendo yo tal; al saber, conociendo;
al ser consciente del hecho
lo dije a gritos con lo que fue conocido por mis padres
y le impusieron, jueces, por ello su consecuente castigo
Y mía fue su propina más de un domingo,
hasta que me repuso el dinerito
No se le volvió a ocurrir, a tener tamaña perversa idea
con lo que no se habituó, acostumbró a robar por verlo normal
en perjuicio suyo, de su formación y de su ejemplo, la ajena formación;
de la buena convivencia familiar y social
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