El animismo o religión - que el nombre no ha variado el ignorante contenido - se comprende comprendiendo la niñez para la cual, ignorante, todo es un misterio.
El miedo a la noche, a esa sombras de árboles que entran por la ventana o a la que da la del abrigo en la puerta o pared, a ese dibujo que se descubre en un momento dado en la madera que, por parecerse, recuerda a un conocido tigre. Al volcán, la tormenta y el viento con su ruido.
Es ver lo infantiles de sus dibujos, lo torpe de sus edificaciones y esculturas. Es observar que un perro persigue su propia cola pues no la reconoce suya, como ellos no reconocían suya su propia sombra. Es ver que aprendieron a contar por los dedos.
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