No así la distancia geográfica. Quizá sea bueno hasta cierto momento y no tenga importancia alguna en la gran parte de las relaciones entabladas.
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Cuando el arte y la literatura, la palabra escrita, y la palabra oral no son meros instrumentos al servicio de la enseñanza lo están al servicio de la ignorancia, la más terribles de las enfermedades;enfermedad que quiere padezcamos la religión y sus fieles por obsesivos esbirros.
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Por supuesto no me comparo ni dejo de comparar con G.G.Márquez. Comulgo con parte de esta idea expuesta por él.
No soy de ser fan de toda la obra de ningún artista ni escritor. No soy de desgarrarme las vestiduras.
Garcia Márquez
«La raíz de esta falsa polémica es que somos los escritores, y no los gramáticos y lingüistas, quienes tenemos el oficio feliz de enfrentarnos y embarrarnos con el lenguaje todos los días de nuestras vidas. Somos los que sufrimos con sus camisas de fuerza y cinturones de castidad. A veces nos asfixiamos, y nos salimos por la tangente con algo que parece arbitrario, o apelamos a la sabiduría callejera».
El escritor, que está de excelente humor, concluye la conversación de un modo muy expresivo.
«El deber de los escritores no es conservar el lenguaje sino abrirle camino en la historia. Los gramáticos revientan de ira con nuestros desatinos pero los del siglo siguiente los recogen como genialidades de la lengua. De modo que tranquilos todos: no hay pleito. Nos vemos en el tercer milenio».
Y reitera sus palabras de Zacatecas: «Simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros».
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