Erase una vez que era
Existiera un capitán
que bañabase en azahares
y colgabase medallas
que ser eran de la tropa,
con su sudor perfumaba
que él no sudaba una gota.
Gustando de navegar
protegido por su tropa
de torbellinos, marsopas
al grueso de aquella tropa
al averno condenaba
a sudar bilis con sal,
esencia de que jactaba
cuando él jamás la sudaba
! Qué mala fe la que tiene!
- Murmuraban las lenguas
de aquel lugar -
! Qué mala su voluntad
y por enferma que débil!
Es todo debilidades
y chulearse del aroma
a salitre y achicoria,
el aroma de la tropa
de la cual no es el ejemplo
que de seguir tal modelo
la fragancia de la tropa
fuese esencia a gallinero,
su decir cacarear
y sus crestas sus coronas
en vez de serlo el valor,
la heróica valentía que como
hombres les corona.
Y es absurdo
- Se decían las gentes de aquel lugar -
la cresta de una gallina
simbolice esa impagable valía
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