Nuestras casas no son para formar parte del museo sin vida, son para protegernos del calor y frío y son realizadas conforme al clima de cada geografía.
A nosotras y a los niños, también varones, la ropa también nos proteje de los salvajes que aún hay y no se controlan.
Esas flores pasadas y presentes de mentiras, muertas, no nos son útiles y cuidarlas nos quita más tiempo que las de verdad que nos dan oxigeno, olor y color decorando nuestras vidas.


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